Observo y percibo que todos andamos desde hace tiempo aparentemente atareados expectantes o al revés y en situación de calma tensa. El instinto anda agudizado para detectar las señales e indicios que por cualquier sentido nos llegue, al margen del discurso y de cuanto nos cuentan los medios de comunicación que quieren dar la sensación de normalidad difícilmente encauzada.
Se puede distraer a mucha gente todo el tiempo, pero no se puede distraer a todo el mundo todo el tiempo. Digo distraer, por no emplear la palabra que todos pensamos, prefiero pensar positivamente y que solo se debe esta forma de actuar para evitar males mayores creando alarma, aunque ciertos dirigentes políticos, declaren y la creen irresponsablemente. Casi seguro, lo van a pagar muy caro con lo que les viene encima sin haberse enterado. Más les vale, se pongan las pilas y cambian el chip del discurso, pidan perdón que se les concedería o empiecen a preparar las maletas.
Los animales, tienen bien desarrollado los sentidos y casi siempre les pone a salvo ante calamidades de la madre naturaleza. Tormentas, incendios, terremotos y otros sucesos, generalmente, ponen en acción a todo el reino animal el intentar ponerse a salvo.
Los ciudadanos lo que queremos es cordura, racionalidad, sensatez y seguridad, ya hemos visto en un caso singular, que no se ha producido alarma ni alboroto en las puertas de una entidad intervenida, si se actúa con anticipación y diligencia cuando procede. Y así debería de ser para todo lo demás de ahora en adelante, le pese a quien le pese.
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