Cuatro cuestiones configuran cuanto tenemos. El factor humano, la naturaleza, los medios e instrumentos creados por el hombre y la evolución y concurrencia en el tiempo de los diferentes ingredientes y acciones.
Un aspecto de la crisis es, que sin crecimiento, excedentes sobrevenidos y beneficios económicos recurrentes, al margen de la actividad y necesidades corrientes de la economía real productiva, no se pueden retornar y pagar las deudas y los créditos. La incertidumbre a un simple año vista de las previsiones y presupuestos, suponen un equilibrio imposible de la realidad resultante, pues a futuro, no se puede prever la evolución y situación que queramos, ante la concurrencia de multitud de factores, ya sean por la acción de la naturaleza, por las diferentes acciones humanas, el aporte de la innovación, el progreso tecnológico, la sobrevenida caducidad, obsolescencia, fallo técnico, error humano y otras muchas causas de mayor o menor relevancia que en su conjunto alteran el resultado del presupuesto. Rara vez cuadran los presupuestos y previsiones económicas y sociales, que casi siempre sufren desviaciones significativas al finalizar el balance de cualquier manera y periodo preestablecido, en la mayor parte mediante artificios, medios o un coctel de diseño. Aunque no siempre, solo son fiables las estadísticas y la experiencia, pero su valor solo es una referencia sin valor ni garantía de futuro.
Por una parte, se necesita establecer un reordenamiento del sistema económico social de modo que, con el esfuerzo que sea necesario por parte de todos, el empleo y el sistema productivo funcione en equilibrio con un crecimiento sostenible, respetando el entorno y las nuevas normas que se tengan que ir estableciendo y adaptar, manteniendo e integrando el estu quo del capital con el compromiso de que todos ganemos en interés general, sin ventajas para nadie. El crédito y otros instrumentos similares deben de amortizarse con el excedente y el beneficio que generen por sí mismo, independiente de la economía real productiva establecida y no a especulaciones o previsiones impredecibles, imposibles de establecer a priori, por desconocimiento de la evolución y situación a futuro. Así, el crédito, el flujo dinerario, las amortizaciones y en general la economía, tiene que ser flexible y adaptarse en base a la realidad que resulte en el tiempo que queramos.
De otra parte, los gobernantes, dirigentes sociales y empresariales, deben de asumir y actuar de una vez por todas, en interés público general, conforme a un código deontológico democrático universal, en base a un nuevo modelo económico social productivo, que debe de procurar "La motivación por el progreso y el bienestar del ser humano" como paradigma ideal, sin la división y exclusión de las personas por cualquier causa, en armonía y equilibrio con el entorno en que toda las personas puedan acceder y disfrutar activamente de los derechos humanos en democracia, libertad y libre elección de preferencia y habilidades, sin más condicionante que el conocimiento y la disponibilidad de cada cual con los medios de producción, transformación de la propia naturaleza y los recursos.
Así, las diferencias deben de sobrevenir por la propia naturaleza y el esfuerzo del intelecto, no por las cosas y medios creados por el hombre. Las cosas creadas por el hombre deben de estar al servicio del ser humano y no al revés como sucede, pues entonces de qué sirve el progreso si sólo se benefician unos pocos privilegiados a costa del sufrimiento de la inmensa mayoría.
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