viernes, 29 de mayo de 2009

En este viaje con destino conocido...

Sin billete de regreso, vamos más aprisa de lo deseable por un recorrido imprevisible, tortuoso y de caos. La compañía de la mayoría de pasajeros, ausentes e inmersos en sus propios asuntos, añadido a otros que, en ocasiones están más o menos próximos y comparten las propias inquietudes e ilusiones, al veloz paso del variado paisaje y el traqueteo del viaje, posibilita disfrutar y poner en orden/desorden nuestra propia existencia y precario equilibrio.

Curiosamente resulta, cuanto menos sorprendente, comprobar la sucesión, repetición y similitud, inclusive lo imprevisto, del paisaje y acontecimientos.

Si nos detenemos a analizar por un momento el impacto que supone la incorporación y convivencia con los nuevos adelantos se puede comprobar que son irrelevantes en la esencia y sustancia de los asuntos importantes cotidianos en el mejor de los casos.

Un coche o un móvil de última generación convive a diario con muchos que se dejaron de fabricar hace años, el descubrimiento y lectura del ADN, el Genoma y el revuelo de falsas expectativas médicas o de otro orden, creando expectativas próximas a corto plazo, siguen alimentando el Cáncer y otros virus por descubrir, que seguirá llevándose al otro mundo cada vez a más millones de individuos durante varios decenios a pesar de los avances y mejoras de cada momento.

La Televisión, el Internet, el GPS, el Ordenador, otros presentes y futuros, por muy rápidos y capaces que sean en sus cálculos no pueden superar la infranqueable barrera de los Bits del ser humano que supone la limitación de comunicación de los sentidos, las manos, el entendimiento, el pensamiento, la palabra y el hecho en sí mismo de escribir hasta que no pasen, digamos, al menos un sin fin de años.

Obviamente, es cierto que toda esta cacharrería posibilita el adelanto en la toma de decisiones en ocasiones más intuitivas que ciertas, que permiten explorar hipótesis teóricas en algunos casos y llevarlas a la práctica con los consecuentes riesgos y desastres que en multitud de ocasiones se producen, como la actual situación de crisis.

Sin duda, el atractivo del medio apasiona y cautiva al capitalismo salvaje aun dominante y del que está por llegar, en detrimento del capital humano. Así nos va, estamos huérfanos y sin referente de los ancestrales valores refugio que nos daban soporte.

Posiblemente sea bueno, pues cada día que pasa más personas despertarán del letargo en que están y se supone, que más pronto que tarde, se pondrán en marcha y desarrollarán la inteligencia para salir del atasco en que nos encontramos inmersos, iniciando y explorando nuevos caminos que nos permitan ir encontrando soluciones afinadas siempre transitorias, pues el conocimiento en sí mismo caduca nada mas descubrirse.

Es previsible y razonable pensar, por los signos que comienzan a aparecer, de pronto suceda una imprevista salida, súbita y de incalculables consecuencias sociales, que será aparentemente rápida y tranquila dejando un paisaje despejado y con nuevas energías para las generaciones jóvenes en curso y las que están por llegar.

Como viajero y espectador caduco, no abandono en prepararme para asimilar dicho acontecimiento, previa renuncia en intentar descubrir en qué consistirá y de qué se tratará.

Como ha sucedido a lo largo de la historia, el conocimiento de cada momento, aunado a la dedicación plena por la vivencia diaria en resolver improvisadamente los problemas cotidianos, no dejan espacio al estudio y previsión de dichos acontecimientos futuros y escaso margen para adoptar algún modelo de organización propia o colectiva, medianamente razonable, siendo la improvisación el sustituto del conocimiento.

Naturalmente, siempre cabe el matiz, la acción de criticar, asimilable al inicio de actuación judicial, si bien, en modo alguno supone juicio y condena, menos aún, si se trata de opinión, gusto, moda o antojo condicionado, ya sea individual o colectivo. Es muy habitual confundir definiciones, conceptos y usar palabras inadecuadas, con tanto ruido en el entorno que distorsiona y tergiversa la esencia y naturaleza de multitud de cuestiones, en especial y diría como únicas esenciales, la libertad, equidad, dignidad y respeto como seres humanos.

Casi todo lo demás es puro entretenimiento, en la mayoría de los casos, para mal perder el tiempo en quimeras.

En el fondo de mi corazón solo deseo para todos, que tengamos un poco de suerte, solo un poco, pues obviamente, la buena voluntad casi siempre aparece y florece, si las condiciones favorables las motivan objetivamente y en bien universal como seres humanos inteligentes.

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